domingo, 2 de agosto de 2009

Leer y estudiar

En la ruta del tren bala hay una formación que viaja a la velocidad del caracol. Sale de Retiro de noche, pasa por Rosario a la madrugada y arriba a Córdoba antes del mediodía. Son 14 horas de viaje, donde los pasajeros suelen recordar que las bondades de confort, rapidez y seguridad, prometidas por la administración Kirchner, aún no han llegado. Suele ocurrir con los anuncios oficiales, que impresionan cuando son presentados ante la sociedad, pero después se desinflan.

Y fue lo que pasó con el lanzamiento, hace cuatro años, de la idea de comprar un millón de laptops escolares, a 100 dólares cada una, para un millón de chicos sin acceso a la tecnología. La autopista de la información al alcance de los desfavorecidos de la brecha digital, un golazo a la vista.

El objetivo se apoyaba en el plan "Una Computadora por Niño", del profesor norteamericano Nicholas Negroponte.

El Gobierno se apresuró en apoyar la iniciativa, recibió a su impulsor en la Casa Rosada y emitió un comunicado, en octubre de 2005, para destacar que la Argentina era "el primer país de habla castellana en incorporarse al programa One Laptop per Child (OLPC)".

Pero el ambicioso programa de Negroponte chocó con la realidad: fue imposible para la industria fabricar buenas computadoras por esa plata. Los primeros adaptadores que llegaron al país fueron devueltos, porque ni siquiera cumplían las normas IRAM.


En la Ciudad, US$ 350 o más

La administración porteña también desechó la computadora de Negroponte y prefiere iniciar sus pruebas piloto con la máquina Classmate, fabricada por la empresa Intel, que donará 100. Otras 650 serán compradas por licitación. "No tenemos el precio definitivo, pero estimamos que saldrán entre 350 y 400 dólares cada una", informó a Clarín Alejandra Scialabba, coordinadora del programa Tecnología en el Aula de la gestión macrista.

Notebooks educativas, saldrán el triple



Diseñan el libro electrónico que cambiará la forma en que leemos
Será en colores con audio y video. Cada vez habrá más obras para los equipos.
Era sólo una sofisticación para los fanáticos del mundo tech, un rebuscado
"gadget" que apenas despertaba cierta curiosidad. Sin embargo, algo pasó en los últimos meses.
Desde que la librería online Amazon lanzó su propio libro electrónico, el futuro
de golpe aceleró sus pasos. Las ventas de e-books baten récords en los Estados Unidos y los principales laboratorios apuran sus planes de desarrollo para que
estos dispositivos terminen de redefinir para siempre la forma en que nos
conectamos con la lectura. ¿Por qué este renacimiento de la lectura en bits?
Hay motivos tecnológicos y también culturales. Desde lo tecnológico, el impulso
lo dio el equipo de Amazon. Se llama Kindle y trajo una muy festejada
innovación: se conecta en forma inalámbrica (a través de la red de telefonía
celular 3G) a un sitio desde el que se puede descargar cualquier obra de su
catálogo por 10 dólares.
En menos de un minuto el título está a disposición, sin PC ni cables de por medio y en cualquier lugar de la casa o la ciudad.Desde lo cultural es mucho más sencillo. Hay una nueva generación de consumidores de contenidos editoriales, cada vez más ligados al mundo digital y a los contenidos web que al tradicional mercado del papel.
El repentino éxito de esta nueva tecnología está produciendo un profundo revuelo en el mundo editorial, que tiembla de solo reflejarse en lo que le pasó a la música tras la irrupción de lo digital. Y eso que dispositivos como el de Amazon son apenas la prehistoria de los e-books que vendrán en los próximos años. Lo que viene son equipos con pantallas a color y capacidad multimedia (audio y video). Desde el diseño, serán cada vez más livianos y lo suficientemente flexibles como para enrollarse y guardarse así nomás, sin más trámite, en cualquier bolsillo.
Casi como un libro de papel.

El libro electrónico que cambiará la forma en que leemos