The Globe and Mail publicó un artículo sobre la historia del "slacktivism" , término que describe el activismo online. ¿Recuerda ese petitorio online que firmó y envió a toda su lista de contactos? Eso probablemente fuera un acto de slacktivism .
El slacktivism es el tipo ideal de activismo para una generación perezosa: ¿para qué molestarse con manifestaciones y correr el riesgo de ser arrestado, sufrir la brutalidad policial o la tortura, si uno puede hacerse oír igualmente haciendo campaña en el espacio virtual?
Es fácil calificar a la mayoría de las críticas contra el slacktivism como improductivas: al fin de cuentas, que miles de personas -que antes no se involucraban en campañas de ningún tipo- comiencen a participar en el "nano-activismo" basado en los clics, disponible vía Facebook y Twitter, podría ser extremadamente útil.
Quizás sea hora de cuestionar esto y hacer una pregunta más difícil: lo que se logra en términos de publicidad gracias a los nuevos medios, ¿compensa las probables pérdidas del activismo tradicional, al que la gente comenzaría a darle la espalda para abrazar formas más " slacktivists ", tal vez más seguras pero de efectividad aún no probada?
No intentemos encontrar respuestas a preguntas puramente especulativas, tales como si la utilidad de la tarea muy pública de 1000 slacktivists equivale a la tarea muy callada y a menudo no reconocida de un activista tradicional. La cuestión real aquí es si la mera disponibilidad de la opción slacktivist llevará a quienes en el pasado enfrentaron al régimen con manifestaciones, volantes y organización sindical a abrazar la opción Facebook y a sumarse a los infinitos grupos online . Si es este el caso, entonces las herramientas de la liberación digital simplemente nos estarían alejando del objetivo de la democratización y la construcción de una sociedad civil global.
Por supuesto que el caso ideal es cuando la participación en el activismo digital no resta sino que fortalece la disposición a participar en las campañas de la vida real. Sin embargo, también es bastante posible que una porción de la población activista se contente moralmente con la opción slacktivist por sí sola. ¿Deberíamos entonces tener más cuidado cuando analizamos el éxito de las campañas de activismo digital, ya que pueden tener efectos adversos no previstos sobre formas más efectivas de impulsar el cambio político y social? (Por supuesto que la efectividad relativa de un tipo de activismo respecto del otro también es algo muy debatido.)
No tengo realmente buenas respuestas y me inclino cada vez más a pensar que la única manera de responder de manera concluyente a esta pregunta es por vía científica: tenemos que comenzar a construir encuestas gigantes; de lo contrario, esto quedará para siempre en el terreno anecdótico. También sería útil buscar rastros de slacktivism en otros campos. Por ejemplo, ¿es probable que la creciente fascinación del público con el "consumismo ético" erosione otras formas de protestas más efectivas (y más políticas)? Dado que algunos partidarios del "consumismo ético" aún se aferran a la idea de que "ir de compras es más importante que votar", esto podría ser así.
Traducción de Gabriel Zadunaisky
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