domingo, 8 de febrero de 2009

Notas

El amor en tiempos digitales

Google ha lanzado esta semana Latitude, un servicio gratuito que permite ubicar -mediante el celular- a los contactos de la agenda que den su consentimiento. La noticia, que fue recibida con algarabía por los usuarios tecnológicos, no profundiza en la flamante problemática del matrimonio moderno. Lo que Google ha inventado es otro artilugio que ayuda a desestabilizar parejas que no saben que están en crisis. Ya habían aparecido otros servicios similares, igual de crueles y en apariencia inofensivos. Las parejas (sobre todo los matrimonios jóvenes) están resultando indefensos conejitos de indias de las revoluciones de este siglo.

El amor, en los tiempos analógicos, necesitaba únicamente de metáforas y tropos. ¿Me amas, Alberto? Mucho. ¿Cuánto? Hasta el fin de mundo. ¿Entonces me regalarías la luna? Y también las estrellas, amada mía. ¡Ah, los buenos tiempos! Las parejas de los siglos anteriores a éste, en su afán de explicar el tamaño de su devoción, habían inventado la cursilería. Sólo eso, una dulce repetición empalagosa de falsedades. Pero ahora esas décadas ingenuas ya se han ido, y con ellas las demostraciones intangibles del amor. En estas épocas digitales la lealtad de los enamorados tiene otras dimensiones, y su extensión ya no es hija de la poesía. ¿Me querés, Ricardo? Por supuesto. ¿Cuánto? Infinito. ¿Entonces me darías la contraseña de tu correo electrónico? (Silencio.) ¿Amado mío? ¿Qué? ¿Me darías la contraseña de tu Gmail? Si querés te doy la luna y las estrellas. No, quiero la contraseña de tu correo.

La tecnología no solamente le ofrece nuevos horizontes al adulterio: también le brinda modernos prismáticos a los celos. "No hay contraseña que aguante el embate de un cracker celoso", canta con razón Jorge Drexler en una hermosa historia de infidelidades modernas, una canción que sin embargo ya resulta antigua, porque está escrita antes de que llegase Google y se sacara de la manga este nuevo dispositivo que sirve para que todos sepamos dónde está, ahora mismo, aquel que necesita escaparse un rato de nosotros. Por supuesto, si "da su consentimiento". Y ahí reside el valor de la confianza, y también el de la extralimitación. Porque podemos estar -o no- en condiciones de darle nuestra latitud exacta a la persona que amamos, nuestra longitud en el mapa a la hora en que supuestamente estamos asistiendo a un congreso médico en Mar del Plata. Podemos o no. Pero ese "consentimiento" es el que se nos vuelve en contra. ¿Me quieres, Ricardo, lo suficiente como para regalarme la luna y las estrellas, y para darme la opción a saber dónde estás en todo momento, me quieres tanto como para abrir tu corazón, tu alma y tu carpeta de "enviados" del correo? Estamos entre la espada tecnológica y la pared del amor. ¿Podemos realmente decir que no, que no queremos que nuestra pareja sepa dónde estamos? ¿De verdad podemos, sin entrar en una crisis de confianza y de valores? Si la respuesta es no, si no podemos, Google deberá hacerse cargo de muchísimos divorcios causados por crímenes que nunca se cometieron.

© LA NACION


Despedida por contar sus aventuras hot en internet

Un nuevo despido pasó a engrosar la creciente lista de desocupados en todo el mundo: se trata de Dreide Dare, una abogada norteamericana que trabajaba en una firma de Moscú. Su caso, sin embargo, no se debe a la crisis; la compañía prescindió de sus servicios por mantener un blog en el que describe sus aventuras sexuales con empresarios y compañeros de oficina. La abogada de 43 años trabajaba en el bufete Allen&Overy (A&O) y se encargaba de los proyectos de finanzas internacionales en la oficina de Moscú. Al mismo tiempo, tenía un blog con su nombre en el que publicaba fotos suyas, poesía erótica, y una "novela" llamada "Expat" (por "expatriado", ya que vivía fuera de su país). En ella, daba rienda suelta a su imaginación para contar sus aventuras en la noche moscovita y sus encuentros sexuales. En la novela, Dare se describía a sí misma como una “promiscua adicta a las drogas y a las fiestas y que regularmente acude al trabajo varias horas tarde y con resaca”. Sin embargo, su instinto de abogada la llevó a cubrirse de toda responsabilidad, al aclarar que todos los textos pertenecían a la ficción. Alegando que desprestigiaban la imágen de la empresa, el bufete primero intentó que Dare dejara de publicar, y al no tener éxito, la despidió: “Una vez que tuvimos conocimiento de lo escrito en el ‘website’, la empresa comenzó a barajar medidas. Entretanto, Dare nos hizo llegar una queja que fue investigada y desestimada por infundada. A&O encuentra este comportamiento inaceptable y totalmente en desacuerdo con la política de actuación que esperamos de nuestra gente”, afirmó un portavoz al diario español El Confidencial. La abogada, sin embargo, argumenta que la causa real de su despido es otra: la "queja" que menciona el comunicado fue en realidad una demanda de acoso sexual por el comportamiento indebido de un compañero de oficina. Dare sostiene que por eso, y a por otro reclamo anterior del mismo tenor, la empresa le abrió un expediente sobre el su página web. “No creo que haya desprestigiado a la empresa, sólo es una insignificante novela. Hay fiestas salvajes, drogas y sexo, pero… ¿a quién le importa? Eso ocurre todos los días en Moscú”, explicó la abogada despedida. Sin embargo, parece que Dreidre Dare no sufrirá la crisis económica: el diario Noticias de Moscú la contrató para escribir una columna titulada "Sexpat" , en honor al título de su novela. Allí continúa relatando sus desventuras, como la del hombre que, enterado de la noticia de su caso, llegó a ofrecerle cien mil euros, sólo para conocerla.


A los 9 años creó una aplicación para el iPhone

Lim Ding Wen vive en Singapur y maneja seis lenguajes de programación. Ideó un programa de dibujo que le permite a los usuarios pintar con los dedos sobre la pantalla táctil y luego borrar agitando el teléfono.

Adiós a los teléfonos públicos
En los años 80 del siglo pasado, sólo una de cada tres casas de familia tenía teléfono. Por eso, las noticias importantes -declaraciones de amor, trabajos conseguidos o perdidos, la llegada de un bebé- se anunciaban a distancia a través de esas burbujas naranjas de ENTel. Hoy, más de dos décadas después, los teléfonos públicos son más modernos pero ya no cargan con el peso de esas grandes noticias. Ni siquiera con las más triviales.

Pro y contras de los SSD

Son más confiables porque graban todo el tiempo la información y resisten más los golpes y las condiciones climáticas adversas. Pero tienen el problema de ser más caros y, al revés que sus parientes usuales, si se pierde la información no hay modo de recuperarla. Usan el mismo principio que las memorias de celulares y cámaras digitales.

Fuentes diarios domingo